Este chico de la foto se llama Stan Larkin y tiene 25 años. En el momento en que le hicieron la foto, descansaba tras tirar unas canastas, ya que es un gran aficionado al baloncesto. Lo más curioso es que mientras te mira en esta foto, Stan no tiene corazón. Y no hablo en sentido figurado, no es que sea un hombre cruel, lo digo literalmente. En su pecho hay un dispositivo de alta tecnología conectado a su torrente sanguíneo, que le ayuda a oxigenar su cuerpo. Y si lo ves así de “tranquilo” en la calle, es gracias a esa mochila entubada que lleva a la espalda.
Si Stan, que padecía una cardiomiopatía familiar severa, ha logrado sobrevivir 555 días sin un órgano latente en su pecho es gracias a un corazón artifical llamado SynCardia. Stan fue el primer paciente en el estado de Michigan en ser receptor de este dispositivo, y como hemos comentado antes vivió con él más de año y medio. Lo mismo le sucedió a su hermano menor Dominique, al que también se le diagnosticó el mismo mal cuando era un adolescente, si bien como veremos más adelante, el pequeño de los Larkin tuvo más suerte.
Tras años en la lista de espera sin que apareciera un donante, los doctores tuvieron que extirparles a ambos el corazón e implantarles un dispositivo SynCardia. La medida puede parecer extrema, pero el fallo cardiaco de los dos hermanos desaconsejaba el empleo de otros dispositivos, como los desfibriladores implantanles, usados cuando al menos una de los dos mitades del corazón no ha sufrido daños.
Tal y como comenta Jonathan Haft, del Centro Cardiovascular Frankel de la Universidad de Michigan y responsable de la implantación en ambos del corazon artificial: “Estaban los dos muy, muy enfermos cuando les atendimos en nuestra Unidad de Cuidados Intensivos. Queríamos realizar los transplantes de inmediato porque no sabíamos si les quedaba el tiempo necesario. Había algo único en su situación anatómica que no permitía otra solución tecnológica”.
Bien, Dominique como apuntaba antes tuvo más suerte, cuando apenas llevaba unas pocas semanas empleando el corazón artificial apareció un donante. En cambio Stan tuvo que esperar más de año y medio, aunque afortunadamente no estuvo todo ese tiempo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. Los doctores conectaron su corazón artificial a un sistema portátil de solo 6 kilos de peso, llamado Freedom®, que le permitía irse a casa.
No era la solución perfecta para el día a día, de hecho Stan asegura que no era capaz de sostener en brazos a sus hijas, o darles volteretas como solía hacer, pero al menos le permitió seguir jugando al balocensto, algo que sorprendió por completo a sus doctores. La buena noticia llegó hace justo un mes, el pasado 9 de mayo de 2016, cuando Stan recibió por fin el corazón de un donante.
Ahora, ya está completamente recuperado de la cirugía y ha querido compartir con el mundo su historia, que él define como una “montaña rusa de emociones”. Su intención es dar esperanza a los 5,7 millones de estadounidenses que viven con algún tupo de fallo cardíaco. Al mismo tiempo el mayor de los hermanos Larkin quiere concienciar a sus conciudadanos para que se hagan donantes de corazón.
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