Todos los que juegan a la lotería guardan en su cabeza una lista de cosas que hacer si les toca el primer premio. Viajes, mansiones, coches o saldar deudas son los sueños más habituales que se pueden cumplir tras una lluvia de millones. Pero hay personas que tienen otro tipo de ideas. Por ejemplo, ayudar a su comunidad.
Como Mark Hill. Este ciudadano estadounidense ganó en 2012 un monstruoso premio en la lotería Powerball. Nada más y nada menos que 294 millones de dólares (264 millones de euros). Y tras recibir el cheque, su primer ‘capricho’ fue destinar parte de lo ganado a la construcción de un edificio de emergencias para que el pueblo en el que vivía tuviera suficientes camiones de bomberos y ambulancias.
Las instalaciones cuentan con unas salas acondicionadas para que siempre pueda haber bomberos en servicio: todos tienen sus camas, su cocina y sus duchas. De esta forma el pueblo y los alrededores están protegidos las 24 horas del día.
“¿Cuántas localidades de 500 habitantes hay en Estados Unidos que tengan un servicio de emergencia que dure todo el día?”, se pregunta Folck. “Creo que muy pocas, y estoy muy orgulloso de que seamos una de ellas”.
Pero a pesar de que Mark Hill ha cumplido sus sueño de poder dar algo a su comunidad, no está del todo feliz. “Me hubiera gustado construir este lugar de forma anónima”, asegura en una entrevista concedida a la televisión local KMBC. Pero las leyes estadounidenses, que obligan a que los ganadores de lotería recojan su premio en público y den su identidad, han impedido que así sea.
Desde que ganaron el premio, Hill y su mujer son famosos en su país, donde se les conoce como los ‘Hillionaires’, un juego de palabras que mezcla su apellido con el término millonario. Algunos han aprovechado que son una celebridad para intentar timar en su nombre: en 2015 se supo que un grupo de delincuentes creí una estafa por correo electrónico para que ciudadanos anónimos pagaran una cuota legal para hacerse supuestamente con los derechos de parte del premio de los Hill.
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